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nabella Plurabella Marianella, aquella novia mía que me dijo, una lejana vez: ‘¿quién te va a querer como yo?’; pero después, largó más a lo hondo: ‘si no te quiero yo ¿quién te va a querer?’…  
     La verdad es que las mujeres hasta se arrojaban de los árboles para estar conmigo; ella lo sabía bien, porque yo la elegí de entre tres o cuatro que rivalizaban por el mismo objeto de interés estratégico: ego: io: eu. Pero yo la quería tanto que… no sé… lo tomé en serio. Es cierto, Gualberto quérido, yo más bien quería poner a prueba el amor de las… ¿cómo era?... ah: mujeres. Mujeres. A ver cuánto me puedo reventar boludizar enrarecer empobrecer emputecer y qué sé yo: neologismizar –ponele– y que me sigan queriendo, Gualberto quérido.
     O a lo mejor no es así. A lo mejor vos y el profesor licenciado Larcada tienen razón. Es mi impotencia, mis imposibilidades, el Mal de Chagas, el Mal de Capgras, la Vaca Loca, el Edipo Irresolutivo, el Delirio de Frégoli el Viejo de la Bolsa o un flogisto que hay en el aire que respiro y me perturba. Todo es pensable de todos los modos posibles.
     ¿No será la humedad Gualberto quérido?
     Siempre te lo dije campeón: mi obra pictórica es autogeográfica. Patogeográfica. Porque si se trata de la biografía, mmmmh, repito: mmmmh che… toda literatura es autobiográfica decía Julio el gran vate ciego nacional Orselli. Y yo si hay algo que no hago es literatura. Yo pinto.

     ‘Yo no te dejo: vos me dejás’ me dijo Esteliana Elenina Lauritita Solveiga de los Mares de sus… de sus… y otro día: ‘Vos sos hijo del rigor’. Sí, del rigor la seriedad y la solvencia argumental le dije; todos saben (incluso yo) que mi padre es eminente filósofo, epistemólogo politólogo politódogo… pin pum pan pin pum pan. Y mi madre era espía rusa y torturaba nazis a escondidas en la Second World War.

     Yo pinto.

     ¿Qué pintor?

     Yo yo yo y yo. Lunes: yo. Domingo: yo. Nomás que como no me entienden tengo que contar cómo pinto: así me noentienden pero de otro modo: peor.

     Tengo que argumentar por ejemplo por qué me dedico al fileteo… ¡Ufa! ¿No os basta la etimología? Bien, bien, me explicaré: okay vamos. Es por amor a la divinidad, y al Río del Olvido y al filé de merluza mi alimento primordial; y ya que hablamos de mi primo escuchen ésta:
     Poco antes del parto les expliqué a mi primo su mujer y mi tía qué quería decir el nombre que habían decidido para su hija: bien nacida quería decir, y paf, a los tres días nació por César Aira, o sea por el cu… con un solo ojo y un pie prensil y un tatuaje de Las Pelotas y otro de Los Piojos en el hombro derecho.
     ¡!
     ¡!
     (¿?)
     ¡Animistas! ¡Yo qué culpa tengo! Tuve que cambiar de profesión. No sé por qué pero tuve que cambiar de profesión. Me hice ebanista como Jean J. Rousseau, y peronista como… como siempre. ‘¿Pero cuál es el condicional que está operando aquí?’ Me preguntasteis preguntaste o preguntastes, quérido G. ‘¿Cómo de esa S sale esa P?’

     ¿S? ¿P? ¡Qué abstracto! Son letras que yo philetheo, no more…yo qué sé. Que yo me entienda es una cosa, que tenga que ceder al panentendimiento de tu contubernio, quérido Gayberto, es otra. ¡De acá!

     ¡No me van a obligar a que me someta al Principio de No Contradicción!... Ah, ese invento de un seudo poeta carente de la menor imaginación existente en la tierra civilizada de entonces (no más grande que la ciudad de Santa Fe hoy día por otra parte), un pequeño comerciante jubilado del interior que quiso inmortalizarse como “poeta”. ¡Joder! ¡Por Alberto Girri y sus sajones! Cómo se le ocurre a un poeta inventar principios, que ya venían inventados además (los querandíes y charrúas ya hacían uso de ellos aunque indemnes de hexámetros) y para peor atribuírselos a la… Naturaleza¡¡¡¡!!!! Ni la naturaleza ni los principios les interesan a los poetas; al menos eso escuché una vez en el programa de Novarecio.

     No, yo sólo pinto. Bueno, ahora hago ikebana ¡y qué vana gloria! ¡y qué vanagloria!... ¿No?: ¿Cómo pintar un chiste? ¿Cómo puede pintar un chiste alguien con una formación dual como yo: esquizofrénico y normal, y neoclásico y duchampiano a la vez?
     Ah…y bruto.

     ¿Qué pintor?: ¡Ich man!

     Me acuerdo ah de otra –el nombre no era así pero como está en vigencia, vamos con otro–: Estela Pierángela Retocanto Ligeia del Valle de Mi Perpetuo Levantarse Hasta el Cogote A la Voz de Aura. ‘Nunca te enamoraste de verdad chabón (o chambón quizá, en esa época el lenguaje era distinto), nunca estuviste vistes o visteis dispuesto a compartir tu caballete o tus stencils con nadie, ¡sos egoísta y ahora querés ser ebanista!’. Sí, ¡qué casualidad!... lo mismo me había dicho mi socio de entonces (una fonda habíamos puesto, un exquisito mentidero para suedofracasados sociales –en otro cuento se los cuento no vaya a ser que me haga póstumo antes, wait) que creía que queríamos ser novios en vez de ser socios ¡Ni novios ni sosias! ¡Socios, sucio! Pero así es el matrimonio entre las amebas… puro circo, todo para cobrar el extra por hijos.

     Mi hijo es extra, sí. ¿Se los dije? Sí, mi hijo trabaja de extra y yo lo tengo de hijo: lo quiero lo mimo lo recago a puñetes lo frustro le doy diez mangos para el boliche (ahora 20) y él, turrísimo, en vez de querer ser Parravicini o Margarita Xirgu no, ¡quiere ser Extra!

     ¡Para eso tuve un hijo! ¡¿Para que sea Extra?! ¡Un extra ordinario!… no no… qué sufrimiento, no saben deletrear no entienden lo que uno les pide, confunden un sintagma con una sílaba con una ligustrina. Por eso me dedico a explicar cómo pinto. O cómo no pinto, porque cuando explico hay que reconocer que no pinto; hay que tipear con las dos manos y pintar también con las dos manos y si bien tengo cuatro manos (ven que es un problema de familia, lo que le pasó a mi primo), soy diestro sólo de dos. Si me paso el tiempo explicando cómo pinto pintar ya no pinto y cuando uno se mete en la explicación en el árido tópico, cuesco en balde de la explicación termina explicándolo todo explicándoles todo a todos y explicándoselo a uno, y para colmo después dice pero no no es así, y se lanza con otra explicación… que a su vez, y así después empieza a lanzar falsas explicaciones parodias de explicaciones amenazas telefónicas en calidad de encubiertas explicaciones en acto (como Diógenes, ese hacendado que explicaba sus explicaciones rompiendo cosas o a los palazos, un instalador nato). O sea…

     Yo pinto. No soy yo el que habla.

     Bue, Gualbert quéri, pongo un puntito final hoy, escribir no es lo tuyo, y dejamos el resto para otros días otros capítulos u otros y me voy a terminar mi laburito de body arlt que empecé el otro día que me pidió Balbina mi vecina querida que es mimo y poetiza y para ir probando el boceto lo plasmé en mi cuerpo personal y uf… el aguarrás me está matando. ¡No sólo la humedad!

     Besos, sigo la próxima.



M.