H
|
ijo de un íncubo y una ramera, me gusta escribir. Contar historias y
resumir libros. Me gusta hacer antologías juveniles de amigos peronistas,
peronistas culturales, estéticos. Estoy en esa línea. Me gusta hacer poemas
juveniles, informes. Incluso informes informes. También me gusta. No me gusta
que el Word me marque en rojo el segundo “informes” si pongo informes informes.
Y menos dos veces. Me gusta abrir blogs e ir a conferencias disfrazado de otro.
Me gusta disfrazarme de otro. Sin que se den cuenta, se entiende. La magia es
lo mío, nadie lo sabe. No la magia sintáctica, ese es mi medio hermano. Hijo de
mi puta madre y un profesor de filosofía paraguayo. Él es autor de un libro
condenado a ser póstumo: “Mi Hermano”. Ahí habla de mi magia aunque no puede
evitar hacer magia, hacer su magia. Su magia berreta, sintáctica. Si yo
estuviera en su estética diría: sin táctica. Y debe de ser lo que le falta, lo
que no tiene, como dice la canción (“La Cucaracha ”). Se suele llamar táctica a los
métodos utilizados para alcanzar algún fin; sin embargo la táctica es en
realidad el método o los métodos que se ponen en efecto para vencer al enemigo
en la batalla, después de haber bocetado una estrategia. Yo creo que él tiene
siempre una estrategia; le pasa que se queda estancado en la táctica, que es el
paso a la praxis concreta y singular que en cada caso se debe dar sobre el
organigrama general que sienta la estrategia. Ahí se pierde en la sintaxis,
pobre. ¿O será que confunde táctica con estrategia? En fin, no sé, no me importa.
El don de la magia que a mí me fue conferido es mayor, un poder verdadero, no espejitos
de semántica en colores: puedo hablar con los animales, cambiar de forma –y no
como un simple y estúpido Barbapapá–, hacerme
invisible, ver a mis vecinas en el baño (no como mi pobre hermano, que confunde
imaginación con arte, y arte con algo importante), controlar el clima y los
elementos. Yo imaginación… ay Dios… me basta nomás con mesurarme para que la
Naturaleza no enfurezca y me cele. Conozco el secreto del Sol y la Luna , conozco la esencia de
todas las cosas, los misterios del mar y del Ministerio del Interior, las leyes
que rigen el curso de las estrellas del firmamento, el lunar de ahí de tu mujer
y el grito áspero de la corneja o la resurrección del fénix. Puedo interpretar
el vuelo negro del cuervo, la mirada doble de los peses y su rumbo simple y el
inconsciente estructurado como un lenguaje del sujeto escindido: tengo
contactos con las Hadas, los Gnomos, Carlitos, y los Dragones. Puedo escribir
los versos más tristes esta noche y la Doctrina Justicialista
en 26 lenguas y dialectos. Supe ganar el respeto de los Monstruos. El bardo soy
yo. Hay quien dice que mi madre fue una monja.